Cumpliéndose un año del brutal asesinato de la niña de 8 años, Yuliana Samboní, en balance de la indignación que se generó en el país, a día de hoy parece que todo fue sólo mientras se condenaba al culpable, que por lo visto era lo que más nos importaba.
La indignación y esfuerzos de Colombia se centraron en que había que castigar al culpable de la forma más grave e inclusive a día de hoy, políticos como Ordóñez, aprovechan la indignación para pedir que se apruebe la pena de muerte para estos casos en Colombia. ¿Pero realmente nos importó la pequeña Yuliana y las consecuencias que tuvo su vil asesinato?
A día de hoy, cumpliéndose un año de la tragedia que conmocionó el país, la familia de Yuliana ha sido ignorada y las indemnizaciones que les fueron prometidas, se quedaron en palabras de los indignados de moda.
Agregado al hecho que en los casos en contra de los cómplices de Noguera, sus propios hermanos, aún no les definen situación judicial y siguen por ahora sin pagar por los hechos en los que colaboraron, porque al parecer, la indagación del país sólo alcanzó hasta que se condenara a Uribe Noguera – hay que destacar que fue una condena rápida y efectiva – y ya pasado un año, pero no hemos hecho los estudios efectivos que permitan combatir de forma total esta clase de crímenes que tanto lastiman el tejido social.
Los padres de la pequeña Yuliana, siguen a la espera de indemnización y de una condena para los cómplices del crimen que sesgó la vida de su menor hija, pero al parecer, la justicia sólo se ha centrado en mayores castigos, o cómo castigar más al asesino, y no en cómo podemos ayudar a evitar otros hechos como este o cómo podemos ayudar a las familias que han pasado por esto.
No queremos que se malinterprete, todos nos indignamos de la misma forma con el brutal homicidio, todos queríamos todo el peso de la justicia contra el asesino, pero debemos ser ordenados con lo que pedimos para la justicia del país.
El castigo contra Noguera ya se está ejecutando, y hay personas analizando si esta es adecuada o no, ahora nos corresponde como país, estudiar el porqué de esto, estudiar cómo lo podemos evitar, cómo podemos ayudar a las víctimas y a que las personas no cometan estos reprochables actos, y por su puesto, nos queda de tarea no olvidar la memoria de los que más sufrieron; que este año sin la pequeña Samboní, nos ayude a entender que la evolución del país depende de nosotros y depende que más niñas no sufran el mismo incalculable dolor. Descansa en paz Yuliana, siempre en nuestros corazones.