Un faro de motivación. Ser millennial no me ha impedido estudiar y conocer la historia de un país que ha estado marcado por las catástrofes, la violencia, el paramilitarismo, la guerrilla y la corrupción. Estudiar la historia de mi país me ha servido para darme cuenta que a lo largo de todas estas décadas, hemos tenido decenas de oportunidades para cambiar nuestro rumbo; esto se hubiera logrado con ayuda de diferentes líderes políticos tan importantes como Jorge Eliecer Gaitán, Carlos Pizarro o Jaime Garzón quienes junto con sus asesinatos marcaron la historia de este país.
Al día de hoy, yo podría estar lamentando que al Congreso entren como mayoría absoluta, dos de los partidos más corruptos y paramilitares que ha podido tener este país; también me podría estar lamentando de que el próximo 7 de agosto me gobierne un presidente que es catalogado por prestigiosos medios internacionales tales como BBC o The New York Times, como una “marioneta” o una “estrella de rock”. En este momento, también podría estar sintiéndome afligido por la gran decepción que hicieron sentir algunos políticos que eran considerados como la renovación de las fuerzas y la esperanza de un país. Esto sumado a la vergüenza de medios y periodistas que hoy lideran la radio y la televisión colombiana, y que se hacen notar a favor de un candidato, que inflan las encuestas a favor de este, que lo llevan a tocar guitarra y a hablar sobre fútbol y que lo defienden a capa y espada, para así proteger sus intereses personales, hacen que podamos estar deprimidos y sin encontrar la luz al final del túnel.
No obstante, estas elecciones nos dejaron muchas cosas por las cuales deberíamos estar celebrando hoy, por ejemplo, aunque resulte irónico, que un líder izquierdista aún siga vivo es algo que debemos festejar por todo lo alto junto con los más de ocho millones de votos que este obtuvo en la segunda vuelta presidencial. Algo que tampoco se puede dejar pasar por alto, es que por fin el abstencionismo fue derrotado y que estas fueron las elecciones más pacíficas de la historia, gracias a un proceso de paz que el nuevo residente de la Casa de Nariño quiere hacer trizas. Son pocas razones, pero son suficientes para hacernos sentir que algo cambió y que la Colombia de ahora no es comparable con la de antes.
Me atrevería a decir que el gobierno de Iván Duque no la tendrá fácil, por el contrario, será el gobierno que tendrá la mayor y más fuerte oposición jamás vista; por un lado, estarán el senador y la representante más votados de la historia haciendo control político desde el Senado y la Cámara, respectivamente, junto a otros partidos políticos que se espera se declaren en oposición al gobierno del “títere”; pero lo más importante, es que desde todos los rincones del país y del planeta entero habrán más de ocho millones de opositores, incluyéndome, como una fuerza absoluta denominada “La Resistencia”, donde se luchará por nuestros derechos y por todas aquellas cosas que nos hacen llamar oposición.
Una vez más tenemos la oportunidad de cambiar el rumbo de este país, solo que esta vez lo haremos desde el bando de la oposición; tenemos la oportunidad de defender la paz y llevarla a una consolidación total, tenemos la oportunidad de eliminar la corrupción de la mano de grandiosas líderes como las de la consulta anticorrupción, pero sobre todo, tenemos la oportunidad de derrotar a aquellos que se siguen aprovechando de la ingenuidad de un país para beneficio propio. No hay mejor forma de honrar a aquellos que murieron en la lucha, si no es de la mano de líderes que acompañaran a una Colombia que está a punto de despertar.
Por: Diego Andrés Amaya