Espacio de opinión. La realidad social y política de Colombia, ha generado progresivamente un desentendimiento estatal por el déficit de salidas laborales, y consecuencialmente, de la estabilidad económica que demanda la manutención de la familia promedio del país.
Las malas administraciones, permeadas por la corrupción, la mala gestión y la falta de interés por el bien común, han logrado que en Colombia no sólo haya detrimento continuo de infraestructura, tejido social, seguridad y cultura, sino que han adherido en la idiosincrasia la mentalidad facilista que heredamos por culpa de las oleadas de organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico, en razón a esto, la generación de empresa, gestión laboral, contratación debida, capacitación laboral, desarrollo y evolución de empleo, sean nulos, y la solución inmediata es encontrada en la ilegalidad e informalidad, que se vislumbran como salida adecuada y único camino a tomar para lograr un equilibrio económico favorable.
Es así, como hilados uno tras otro, los factores divergentes del desarrollo laboral han creado una situación casi irreversible y sin interés por parte de las administraciones para ser solucionados; el aumento exponencial de estas conductas de informalidad e ilegalidad, que cada vez se interrelacionan con mayor fuerza y conllevan a una normalización de las conductas consideradas como delictivas por la legislación colombiana, están eliminando sucesivamente, otro elemento de vital importancia para la correcta evolución social, que es la educación.
El factor educacional ha perdido el interés tanto como por los potenciales receptores como los mismos emisores, las plantas docentes que deciden conservarse con métodos anticuados e inadaptados a la realidad social y que no prestan el mínimo interés por el cambio de paradigma que amerita una idiosincrasia corrompida y la desaparición de la cultura, generan en la mentalidad de la juventud una búsqueda injustificada constante del dinero inmediato sin capacitación exigida, lo que por obvias razones, los encamina por la ilegalidad. A raíz de esto, se genera una “estabilidad informal” en la que ya no se tiene, ni el conocimiento, ni la idea de que se está haciendo algo no constituido, ni legalizado, ergo, no genera el desarrollo económico demandado por una sociedad subdesarrollada.
Agregado al factor educacional, se encuentra una realidad innegable, que de varias maneras afecta la fructificación del empleo, esto es el desconocimiento, falta de control y abandono Estatal a las comunidades desplazadas de varias regiones del país, cuyo destino fueron los municipios que se encontraban un poco más alejados de la violencia directa de grupos armados de toda índole; los inevitables desplazamientos de millones de personas, llevaron a que miles de familias completas no encontraran apoyo gubernamental ni social que les permitiese generar un establecimiento adecuado para aportar social, cultural y económicamente al municipio que les recibía sin la solidaridad coherente que debería tenerse por ciudadanos del país; al contrario, la llegada de desplazados ha sido dramática y sin solución, el intento de líderes sociales por restablecer los derechos de las personas en esta situación y generar beneficios para que estos logran una adaptación adecuada, ha sido inútil frente a la solución facilista del Gobierno, que en lugar de apoyar el desarrollo de estas comunidades en aspectos educativos, culturales y profesionales, optó por el otorgamiento de subsidios, que no cubren las necesidades básicas, ni ayudan a salir de la problemática, sino que de forma adversa, aportaron a la mentalidad del facilismo que trajo como resultado la mendicidad Estatal, creando la idea que es más fácil esperar a que el Estado haga por las personas, a que las personas aporten al Estado para que este tenga un salto fuera del atraso y del ahogamiento formativo, que hunde a pasos agigantados la estabilidad del tejido social.
En síntesis, el problema del desempleo no es una dificultad de una sola rama, es una convergencia de factores de humanidad que deben ser armonizados y estabilizados como uno solo, ignorar la educación lleva al desinterés de la legalidad, olvidar la cultura, conlleva generar mentalidades facilistas, el desentendimiento por los demás; otorga razones para entrar en la ilegalidad y perder el interés por el bienestar de la sociedad, justificar la consecución de facilidades con cualquier medio; se convierte en la bandera de las personas, y consecuentemente, el Estado colapsa de manera generalizada, sin forma de pedirle a sus habitantes que aporten de una manera positiva, cuando la inadvertencia gubernamental, guió de poco a las personas a olvidar cuáles eran las miras del estado social de derecho y que era lo indicado para hacer crecer el país.