Una modalidad de estafa abusando de la fe, fue aparentemente llevada a cabo por los hermanos Riaño, junto a Gisela Escobar, Pablo Murillo y Linda Guerra, quienes se hicieron pasar por pastores y al parecer hurtaron entre $30 y $800 millones a cada uno de los feligreses que caían en sus engaños y creían en las promesas de prosperidad en negocios que les ofrecían los farsantes.

Estos casos fueron revelados en el programa ‘Séptimo Día’ de Caracol, donde se denunció el actuar de los estafadores en ciudades como Bogotá, Armenia y Barranquilla.

Según lo revelado por la periodista Angélica Barrera, los presuntos pastores en uso de la confianza que le tenían los feligreses, exhortaron a estos a hacer millonarias inversiones en negocios inexistentes o no prósperos, con promesas de fe para salir de la pobreza y tener una mejor vida, pero tan pronto le otorgaron los dineros, estos no volvieron a responderles nunca por un solo peso.

Así entonces, personas como Cielo y William Marulanda de Armenia, invirtieron en el año 2016 una cifra de $32 millones en un negocio de compra y venta de oro, convencidos por los discursos religiosos y la confianza que les generaba el pastor; con lo que no contaban, era que el líder religioso realmente era un estafador.

Lo mismo le sucedió a Augusto Rodríguez en Barranquilla, y a Raisa Jaramillo en Bogotá, quienes perdieron las sumas de $200 millones y $800 millones, respectivamente, para inversión en negocios como la compra de 301 títulos valores a Gisela Escobar y Linda Guerra, en el caso de Rodríguez; y ser inversionistas de una empresa llamada ‘ProDpro’, negocio de Andrei y Lilibet Riaño, en el caso de Jaramillo junto a 36 familiares suyos.

Casos igual de alarmantes como el de Amador Padilla y Mónica Hernández, ambos una pareja de presentadores, quienes cegados por la fe perdieron $600 millones por negocios de similar índole.

En todos los casos describen cómo el discurso de los pastores apelaba a la fe, a las posibilidades que brindaría “Dios” para que salieran de la pobreza y tuvieran una vida prospera, y todos decidieron invertir viendo la oportunidad de su vida a través de “una bendición que resultó ser maldición”.

Respecto a esta problemática, la coordinadora de temas religiosos en el Ministerio del Interior, advirtió que existen procesos para constituir una iglesia que no son nada fáciles, pero que estos una vez formados, gozan de autonomía en sus reglamentaciones y proceder, lo que dificulta el control sobre las actividades de las mismas. Fuente consultada:

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