Antonio Caballero Holguín se ha dedicado desde el año 96 a publicar de manera habitual para la revista semana columnas de opinión, que siempre ha tratado de manejar un tinte de actualidad y contexto sobre polémica de tipo político o social.

En esta oportunidad, el columnista quiso dar su punto de vista sobre la reciente oleada de denuncias por acosos sexuales, de forma más especifica, las ocurridas con figuras públicas y personajes famosos de Estados Unidos y seguidamente en Colombia.

Caballero comienza dando un contexto temático, refiriéndose a personajes norte americanos que ostentan fama de cualquier índole, para criticar la forma de su proceder sexual y la forma cómo las receptoras de cierta manera acceden, retratando a este proceso como una falla por parte del hombre que no lo sabe pedir y la mujer que no lo sabe dar, y dando a entender que en muchos de estos casos, el acceso a peticiones de esta índole son más comunes y fáciles porque la persona que busca el interés sexual tiene poder o dinero.

Dejando en claro esto, Antonio marca el camino de su opinión y la intención del texto, ya que según él, se están metiendo en un mismo saco todos los tipos de abuso sexual, por lo que esta falta de diferenciación está banalizando y aminorando la gravedad de los delitos sexuales de mayor gravedad, por equipararlos con los intentos de petición sexual de maneras no adecuadas.

Este escritor critica cómo los medios están exaltando de manera exagerada los escándalos, que a su forma de ver, están apareciendo a modo de eco por denuncias iniciales en casos con toda la similitud, y esto ha llevado a que en cadena varias mujeres pongan sus quejas por actos de índoles con similitud, que según él, están desviando el punto de atención de las verdaderas agresiones sexuales.

“Hay que estar muy enfermo o hay que ser muy idiota para exaltarse así con esas cosas, como está sucediendo en estos días en los Estados Unidos (y de rebote aquí) como por contagio epidémico entre las mujeres repentinamente quejosas y los medios de comunicación populacheros, que por lo visto son todos”, expresa Caballero en su columna, antes de criticar a la destrucción de las carreras de los personajes que se han visto envueltos en estos escándalos.

Continúa con su posición sobre el desviamiento de las miradas a la verdadera peligrosidad de una agresión sexual, y se refiere a conductas como peticiones de masajes y actos varios que conllevan a algún tocamiento o acercamiento con connotación sexual, que están aminorando la atención del verdadero problema, que son las agresiones sexuales en las que no existe ni la insinuación, ni la petición, ni el aprovechamiento de posiciones de poder para pedirle a la víctima que acceda ante las intenciones sexuales, sino que son directamente agresivas y de total agresividad contra la integridad, salud y derechos de la víctima.

Sin embargo, hace apreciaciones que se visualizan con falta de tacto, y de consideración por las personas que a diario temen a un agresión sexual o que mantienen un miedo constante ante los acosos que se tratan de justificar como “inocentes” por parte de personajes que ostentan poder y creen poder aprovechar este para invadir la privacidad y la esfera de intimidad de una persona.

“Proponer un masaje puede ser de mal gusto, pero no es una agresión sexual. Coger una rodilla por debajo de la mesa puede ser de mala educación, pero no es un acoso machista (ni feminista). Tratar de dar un beso en la boca sin haber sido invitado puede ser una impertinencia, pero no es un empalamiento. Palmotear una mano, echar una mirada libidinosa, no son actitudes criminales. Hay que guardar las proporciones. Eso es lo normal: como las danzas nupciales que hacen algunos pájaros”, comenta Antonio Caballero en la revista Semana.

Esto por supuesto, no fue nada bien recibido por los lectores, que de inmediato explotaron en criticas contra Caballero, tildándolo de misógino y de un personaje que está tratando de justificar las agresiones sexuales haciéndolas ver como algo normal en la sociedad y que esto es precisamente, la problemática que ha conllevado a que cada día estos actos delictivos sean mucho más graves.

Esta es la columna para que vaya, la lea y saque sus propias conclusiones-.

Algunas de las reacciones que trajo la polémica columna:

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