Colombia probablemente sea el único país donde el principal opositor en política de la derecha, es la ultra-derecha, pero qué podríamos esperar de un país en donde la política no se hace con lucha de ideales sino de intereses.
Gracias a este fenómeno, muchas veces hemos tenido que ser testigos de paradojas inimaginables dentro del caudal político; caso por ejemplificar: Uribe y sus seguidores son los principales opositores del actual presidente Juan Manuel, a sabiendas de que fue el mismo Álvaro quien impulsó a Santos a ser presidente. Casos como el anterior tenemos por montón en nuestro país –De los cuales el 98% incluyen a Uribe- y todos dejan en evidencia que los políticos sólo apoyan lo que les conviene al bolsillo.
El autor de la paradoja de hoy es el “Uribista al que le gusta la paz” dicho por él mismo, Armando Benedetti, senador recientemente investigado por estar involucrado con el grupo “buldócer”, colectivo político acusado de recibir dineros ilegalmente de la multinacional Oderbrecht.
Me perdí. ¿Quién me explica?
— Margarita Restrepo ()
Benedetti, quien en vista de las acusaciones referidas, se abalanzó en contra del Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, e inclusive se refirió a éste con improperios, acusándolo de tener un complot en su contra en apoyo del precandidato Germán Vargas Lleras y de ser un “rufián”.
Al senador Benedetti no siempre le desagradó el Fiscal Martínez, de hecho, caso contrario, parecía muy agradado de que este ocupara el cargo de Fiscal General – ahora se hace más evidente ese cuento de uribista que le gusta la paz – e inclusive, expresaba a través de su cuenta de Twitter, en su momento, la confianza que le generaba que Martínez ocupara tal cargo.
“Néstor Humberto será un buen fiscal y puede darle garantías a todos”, expresó Benedetti en su cuenta de twitter para la fecha en la que fue seleccionado Martínez para ocupar el cargo en la Fiscalía. Probablemente esta sea la declaración de la que más se arrepiente en este momento Benedetti, aunque pensándolo bien, al Senador probablemente sólo se le olvide el apoyo alguna vez brindado e intente montar a un nuevo fiscal que se adapte más a sus ideales – nuevamente – y que no sea un intento fallido como lo ha sido Martínez para Armando.
Este caso no es más que un recuerdo que la política colombiana es una payasada disfrazada de diplomacia. Si se hiciera una compilación de las paradojas e incoherencias de los políticos en Colombia – patente pendiente – probablemente se lograría un best seller que supere la “Puta obra” de Daniel Samper, a ver si de una vez por todas llenamos las ferias del libro de algo diferente a youtubers.